Una de las cosas buenas que tiene el humanismo cristiano es la sensibilidad social , por eso , el dotar al barrio del Camp de l`Arpa de dos edificios emblemáticos como La Sagrada Familia y El Hospital de San Pablo , daba , a los residentes en el barrio , habitantes de viviendas humildes que como se vería en el futuro estaban enfermas de aluminosis , una información y una formación digamos subliminal para una sensibilidad elevada . El Hospital estaba a una calle de donde yo vivía con mis padres , los domingos íbamos a misa a su fría iglesia donde siempre retumbaba horriblemente la voz del cura en su sermón por lo que no te enterabas absolutamente de nada y que al terminar era costumbre entre algunos chicos ir a recorrer los subterráneos que comunicaban los diferentes pabellones , un lugar tenebroso donde se contaba raptaban a niños para substraerles sus pequeños órganos . El Hospital , aparte de la exuberante arquitectura modernista de Domènech i Montaner era un lugar triste y sombrío por otras razones , primero por la omnipresente olor a comida de enfermo que salía de sus cocinas y que inundaba el barrio , una mezcla de caldo de pollo con brócoli . Segundo por las a menudo comitivas de entierros que te encontrabas calle San Quintín abajo , pues cargaban a los muertos en el depósito de Ronda del Guinardó y seguían por san Quintín hasta la iglesia en Padre Claret . También por la costumbre de llevar regalos a los niños enfermos en Navidad , desfilar entre las camas de niños postrados , depositar un paquete y contemplar congeladas sonrisas , te dejaban el cuerpo malo hasta por lo menos la hora de comer .
Durante unos años también era costumbre , al terminar la santa misa de los domingos , ir a escuchar a pianistas y cantantes aficionados que regalaban al público sus interpretaciones en lo que hoy es el pabellón de la convalecencia , aquello no era el Palau de la Música Catalana ,pero aquella gente desgranaban con pulcritud y total inconsciencia , piezas de Granados , Falla y quien fuese , para un público compuesto por niños , enfermos en pijama , gente del barrio y demás extraterrestres .
Fue ya bien entrados los ochenta cuando volví por el Hospital de San Pablo , concretamente una madrugada de septiembre de 1985 , todavía no había amanecido , estaba claro que los arquitectos de la modernidad barcelonesa habían intervenido en los en otra época fríos pabellones , luces tenues iluminaban los pasillos y un personal eficiente y amable te atendía .
Asistí a la felicidad de ver nacer a mi primer hijo y acompañar a la madre y al niño , al alba , hasta el pabellón donde reposarían tras el esfuerzo .
Durante unos años también era costumbre , al terminar la santa misa de los domingos , ir a escuchar a pianistas y cantantes aficionados que regalaban al público sus interpretaciones en lo que hoy es el pabellón de la convalecencia , aquello no era el Palau de la Música Catalana ,pero aquella gente desgranaban con pulcritud y total inconsciencia , piezas de Granados , Falla y quien fuese , para un público compuesto por niños , enfermos en pijama , gente del barrio y demás extraterrestres .
Fue ya bien entrados los ochenta cuando volví por el Hospital de San Pablo , concretamente una madrugada de septiembre de 1985 , todavía no había amanecido , estaba claro que los arquitectos de la modernidad barcelonesa habían intervenido en los en otra época fríos pabellones , luces tenues iluminaban los pasillos y un personal eficiente y amable te atendía .
Asistí a la felicidad de ver nacer a mi primer hijo y acompañar a la madre y al niño , al alba , hasta el pabellón donde reposarían tras el esfuerzo .