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Nos dicen que el papel pronto será arqueología , ya es arqueología .

   Nada que ver los de  hoy con los que conocimos , la olor del papel en nuestros primeros libros era como oler hierba fresca o una manzana , no todos los papeles eran iguales naturalmente , los de Guillermo Brown de editorial Molino no olían igual que los folletos publicitarios que daban en la Feria de Muestras y la textura solemne y el color de tecla de piano de una litografía no eran lo mismo que las páginas del TBO . Pero la seducción , con matices diferentes era la misma , la fuerza y la magia de la imagen . Las técnicas de impresión empezaron a cambiar hacia los años sesenta , hasta ese momento fueron el último oleaje de algo que se quemó en la gran hoguera de la segunda guerra mundial . Había un personaje fundamental en la imprenta , el grabador, era el que sabía sacar partido de los escasos medios que había para dar color a las imágenes , blanco , negro , naranja y azul , la sobriedad era la elegancia .

Hoy estoy frente a otro soporte , que tiene el embrujo de irradiar la luz , de iluminar desde atrás las imágenes , lo que les da una fuerza poderosa . La sed que no se sacia , la de consumir y dejarse embrujar por las imágenes .