Pintar la Justicia
Tiene la orilla del mar en invierno mucho de vacío y desamparo , de lugar inanimado , pasear entre los cañaverales y la playa vacía transmite una cierta tristeza . Una mañana de diciembre de 1972 un joven de Alemania del Este , de un pueblo a treinta kilómetros de la frontera con Polonia , que en mayo había atravesado el telón de acero y en diciembre pasado a España por Portbou , entra en el bar de un camping en Hospitalet del Infant , en la barra un café con leche , el resto el vacío de un camping en invierno . Al rato entra un guardia civil , Heinz Chez que así se llamaba el alemán alza una escopeta de caza y dispara a bocajarro contra el guardia .
Dos años después , a principios de marzo a las 09,30 de la mañana el joven Heinz Chez es ajusticiado por el método del garrote en la prisión de Tarragona , para el verdugo José Moreno era su primer trabajo y por lo visto aquello fue un auténtico desatino .
A menos de cien kilómetros y no por autopista porque en aquellos años no las había , por carretera nacional y atravesando el arco romano de Bará , en la cárcel Modelo de Barcelona , situada en pleno centro de la ciudad en la calle Entenza a las 09,40 h , era también ajusticiado por el garrote y por el verdugo Antonio López , el anarquista Salvador Puig Antich .
Tenía 21 años aquel mes de marzo y era estudiante de tercer curso de económicas en la Universidad Autónoma de Barcelona , a modo de protesta algunos estudiantes habíamos escenificado un garrote vil en una silla puesta sobre una mesa que se había rociado con alcohol y prendido fuego , no tardaron los pasillos en ser ocupados por antidisturbios y en la huida un joven policía de paisano , de mi misma edad , me encañonó con su pistola .
Esta primavera pasada habíamos quedado una mañana temprano en la calle Marqués de la Ensenada con la jueza Cristina Jimenez y Carmen Hermida de la Fundación Fide , nos esperaban para una visita al Tribunal Supremo , iniciábamos lo que hoy es una realidad , el libro “Pintar la Justicia” . Una cámara de fotos , libreta de apuntes , pinceles , acuarelas y recorrer lo que fue Palacio y convento de las Salesas Reales .
Tiene el Tribunal Supremo , mucho de cápsula del tiempo , ya saben , esas cajas que son enterradas con objetos y que al ser encontradas en el futuro nos dan una idea del pasado . Si sabemos leer los muebles de caoba de la Isla de Cuba , las sedas que cubren sus paredes , crucifijos , estatuas , los símbolos masónicos , las diferentes decoraciones de las salas de lo Civil , lo Contencioso , lo Militar y lo Penal , etc , etc , vamos recorriendo historia y evolución de un concepto y de un principio , el de la Justicia . Tiene también el Supremo un pequeño museo donde se exhiben desde togas hasta una constitución medieval catalana , pero hay dos vitrinas que me llamaron especialmente la atención , en una , dentro de una caja de cartón como si fuese un escaparate , reposa un garrote vil , en la vitrina de al lado diferentes fotos retratan los años de la transición , los políticos protagonistas y manifestaciones con el eslogan “Libertad , amnistía , estatuto de autonomía “ .
Hace meses leí un artículo del hijo de Jordi Solé Tura , en él hacía una defensa de la constitución frente a los que en estos momentos la arrastran por los suelos .
Si como decía Platón hablando de la Justicia , sólo ésta será sabiduría si pertenece a un estado sano y será la ley del más fuerte si pertenece a un estado enfermo , aquellas dos vitrinas del Supremo , reflejaban dos conceptos de justicia que he vivido , la que ejecuta un verdugo cargado de coñac barato que no atina con los hierros del garrote y la de la voluntad de una colectividad por hacer las cosas bien , lo mejor posible , a pesar de las dificultades , de las faltas presupuestarias , de convertir la justicia en un espectáculo de telebasura y de los intentos de manipulación política y disimulo de lo evidente .
En los “Diarios” de Hélène Berr nos narra el deterioro en la vida de una joven estudiante en el Paris de 1940 , páginas que las sucesivas disposiciones decretadas por la justicia del ocupante alemán llevan a exclamar en su final , : “¡Horror, Horror,Horror!” . Se trataba de la justicia que ejercía un estado enfermo y ejecutada por auténticos verdugos .
Desde hace unos años asisto a una progresiva descalificación y desmoronamiento de lo que Albert Solé defendía como : “ No toquéis a mi hermana “ , refiriéndose a nuestra Constitución , a voces airadas que quieren un cambio apresurado y saltándose la legalidad en las reglas de nuestra convivencia , a actos multitudinarios como si estuviésemos celebrando continuamente olimpiadas pero que incitan al odio y menosprecio del vecino , en suma , un incremento de la crispación en medio de la ya compleja Babel del día a día .
Un enorme río revuelto donde pescadores sin escrúpulos intentan capturar la pieza más grande , una confusión donde ya no sólo te pueden robar la cartera , sino medio país .
Vuelvo a Hélène Berr cuando dice , en medio de aquellas noticias terribles y la amenaza inminente , que solo se puede revertir la situación , si las personas que practican el bien superan a las que ejecutan el mal .
Confío en los profesionales y trabajadores de la justicia que he conocido , en que establezcan una corriente invisible que se propague a otros profesionales y personas honestas de todos los ámbitos , y que dentro de las dificultades seamos capaces de crear un estado sano con instituciones sanas , porque con los años tienes una certeza , los males de una colectividad no son sólo por causa de un mal gobierno como se nos viene repitiendo a modo de mantra , no , el mal empieza en el interior de uno mismo .
Javier Montesol
Tiene la orilla del mar en invierno mucho de vacío y desamparo , de lugar inanimado , pasear entre los cañaverales y la playa vacía transmite una cierta tristeza . Una mañana de diciembre de 1972 un joven de Alemania del Este , de un pueblo a treinta kilómetros de la frontera con Polonia , que en mayo había atravesado el telón de acero y en diciembre pasado a España por Portbou , entra en el bar de un camping en Hospitalet del Infant , en la barra un café con leche , el resto el vacío de un camping en invierno . Al rato entra un guardia civil , Heinz Chez que así se llamaba el alemán alza una escopeta de caza y dispara a bocajarro contra el guardia .
Dos años después , a principios de marzo a las 09,30 de la mañana el joven Heinz Chez es ajusticiado por el método del garrote en la prisión de Tarragona , para el verdugo José Moreno era su primer trabajo y por lo visto aquello fue un auténtico desatino .
A menos de cien kilómetros y no por autopista porque en aquellos años no las había , por carretera nacional y atravesando el arco romano de Bará , en la cárcel Modelo de Barcelona , situada en pleno centro de la ciudad en la calle Entenza a las 09,40 h , era también ajusticiado por el garrote y por el verdugo Antonio López , el anarquista Salvador Puig Antich .
Tenía 21 años aquel mes de marzo y era estudiante de tercer curso de económicas en la Universidad Autónoma de Barcelona , a modo de protesta algunos estudiantes habíamos escenificado un garrote vil en una silla puesta sobre una mesa que se había rociado con alcohol y prendido fuego , no tardaron los pasillos en ser ocupados por antidisturbios y en la huida un joven policía de paisano , de mi misma edad , me encañonó con su pistola .
Esta primavera pasada habíamos quedado una mañana temprano en la calle Marqués de la Ensenada con la jueza Cristina Jimenez y Carmen Hermida de la Fundación Fide , nos esperaban para una visita al Tribunal Supremo , iniciábamos lo que hoy es una realidad , el libro “Pintar la Justicia” . Una cámara de fotos , libreta de apuntes , pinceles , acuarelas y recorrer lo que fue Palacio y convento de las Salesas Reales .
Tiene el Tribunal Supremo , mucho de cápsula del tiempo , ya saben , esas cajas que son enterradas con objetos y que al ser encontradas en el futuro nos dan una idea del pasado . Si sabemos leer los muebles de caoba de la Isla de Cuba , las sedas que cubren sus paredes , crucifijos , estatuas , los símbolos masónicos , las diferentes decoraciones de las salas de lo Civil , lo Contencioso , lo Militar y lo Penal , etc , etc , vamos recorriendo historia y evolución de un concepto y de un principio , el de la Justicia . Tiene también el Supremo un pequeño museo donde se exhiben desde togas hasta una constitución medieval catalana , pero hay dos vitrinas que me llamaron especialmente la atención , en una , dentro de una caja de cartón como si fuese un escaparate , reposa un garrote vil , en la vitrina de al lado diferentes fotos retratan los años de la transición , los políticos protagonistas y manifestaciones con el eslogan “Libertad , amnistía , estatuto de autonomía “ .
Hace meses leí un artículo del hijo de Jordi Solé Tura , en él hacía una defensa de la constitución frente a los que en estos momentos la arrastran por los suelos .
Si como decía Platón hablando de la Justicia , sólo ésta será sabiduría si pertenece a un estado sano y será la ley del más fuerte si pertenece a un estado enfermo , aquellas dos vitrinas del Supremo , reflejaban dos conceptos de justicia que he vivido , la que ejecuta un verdugo cargado de coñac barato que no atina con los hierros del garrote y la de la voluntad de una colectividad por hacer las cosas bien , lo mejor posible , a pesar de las dificultades , de las faltas presupuestarias , de convertir la justicia en un espectáculo de telebasura y de los intentos de manipulación política y disimulo de lo evidente .
En los “Diarios” de Hélène Berr nos narra el deterioro en la vida de una joven estudiante en el Paris de 1940 , páginas que las sucesivas disposiciones decretadas por la justicia del ocupante alemán llevan a exclamar en su final , : “¡Horror, Horror,Horror!” . Se trataba de la justicia que ejercía un estado enfermo y ejecutada por auténticos verdugos .
Desde hace unos años asisto a una progresiva descalificación y desmoronamiento de lo que Albert Solé defendía como : “ No toquéis a mi hermana “ , refiriéndose a nuestra Constitución , a voces airadas que quieren un cambio apresurado y saltándose la legalidad en las reglas de nuestra convivencia , a actos multitudinarios como si estuviésemos celebrando continuamente olimpiadas pero que incitan al odio y menosprecio del vecino , en suma , un incremento de la crispación en medio de la ya compleja Babel del día a día .
Un enorme río revuelto donde pescadores sin escrúpulos intentan capturar la pieza más grande , una confusión donde ya no sólo te pueden robar la cartera , sino medio país .
Vuelvo a Hélène Berr cuando dice , en medio de aquellas noticias terribles y la amenaza inminente , que solo se puede revertir la situación , si las personas que practican el bien superan a las que ejecutan el mal .
Confío en los profesionales y trabajadores de la justicia que he conocido , en que establezcan una corriente invisible que se propague a otros profesionales y personas honestas de todos los ámbitos , y que dentro de las dificultades seamos capaces de crear un estado sano con instituciones sanas , porque con los años tienes una certeza , los males de una colectividad no son sólo por causa de un mal gobierno como se nos viene repitiendo a modo de mantra , no , el mal empieza en el interior de uno mismo .
Javier Montesol